Tras el isard con arco
Todos tenemos sueños, y lo más bonito es poderlos cumplir, sobre todo si es en compañía de amigos. Desde bien pequeño, al menos desde que tuve uso de razón, deseaba cazar un isard con arco. Acompañando a mis padres en todas sus excursiones, primero en la silla/mochila, a sus espaldas, y luego ya andando, fueron pasando los años y las montañas subidas. Cada vez que ascendía un 3.000 sabía que iba a ver isards, y esto me motivaba. A veces eran grupos, otras un macho solitario que nos contemplaba desde su atalaya. Y según la época del año, podían estar en las altas cumbres, en zonas inaccesibles, o en las lindes de los bosques. Yo los miraba, remiraba y durante mi ascensión los vigilaba con el rabillo del ojo, siempre fascinado y soñando cazar uno con el arco.