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Cuando hablamos de señuelos de spinning solemos preferir artifi ciales que imitan y nadan de manera fidedigna, asemejando en sus movimientos al pez natural pasto al que imitan, y no pensamos que a esta definición se ajuste una clásica imitación como es el jig, compuesto por un cuerpo metálico rígido, que de entrada no parece el más atractivo para ser devorado por los depredadores; entrevistamos al prestigioso pescador gallego Miguel Piñeiro, para que nos aclare cuándo y cómo se deberá emplear este artificial.

Unas veces con un comportamiento esperado, otras con uno impredecible; puede que en unas ocasiones reaccionen según lo que conocemos, y otras, sencillamente, nos dejen con la boca abierta por lo que estamos comprobando sin llegar a controlar su escape, o directamente nos parten la línea. Así son, y se comportan a veces, las grandes doradas, ésas que entran casi cuando quieren y toman los cebos según les parece. Podríamos decir de ellas que son casi peces de antojo; puede que desprecien una tira de choco sucio montada con esmero, y que al compañero de pesca le entren en una tita vieja; sea como sea, seguimos pasando noches y más noches buscando en los mejores pesqueros que alguna se decida a acercarse lo suficiente como para encontrar en su camino nuestro aparejo.