ViajePalometones en el desierto
Es la hora. La pleamar nos ha hecho esperar y pasar nervios. Nos encontramos en un escenario imposible de atacar con marea alta, así que han sido necesarias varias horas de espera para coger la caña, y buscar nuestro objetivo. El mar aún está demasiado alto para cruzar caminando la laguna que nos separa de “nuestra” rompiente de rocas, pero no lo pensamos dos veces, ya que el tiempo es oro. Cogemos la caña, y cruzamos nadando, luchando contra una fuerte corriente lateral. Una vez sobre las rocas, necesitamos todavía un tiempo de reflexión. La marea nos ha dejado acercarnos a la rompiente, y estamos a unos 200 metros orilla adentro, pero algunas enormes olas rebasan el espigón natural de rocas y nos barren como si fuésemos corchos flotando a la deriva.