Caza Mayor

Desearía con todas mis fuerzas que este cuadro, que estas líneas escritas aún desde la conmoción y la más profunda tristeza, no manchase estas páginas, páginas muy especiales que recogen las sabias palabras y las oportunas fotografías de Alfredo Martín González, y páginas también que, desgraciadamente, a consecuencia de la repentina muerte del conocido por muchos como Tío Luna, se convertirán, a título póstumo, en su última contribución a la ‘causa esperista’ desde su condición de maestro y experto divulgador en materia de jabalíes y aguardos nocturnos en medios de comunicación especializados.

Pocos días antes de su fallecimiento hablé con él por teléfono y me dijo una frase que se me quedó grabada: “yo de mayor quiero ser como yo”, en alusión a lo satisfecho que se encontraba actualmente, pues jubilado como estaba, salía a caminar con mucha frecuencia con sus amigos, escribía y pintaba muy a menudo y cazaba todo lo que podía. Alfredo Martín González, al que entrevisté hace más o menos un año para la revista monográfica ‘Todo Jabalí 6’, comenzó una serie sobre esperas en el número pasado de esta revista, de manera que este artículo de agosto, que me mandó pocos días antes de su muerte, será nuestro particular homenaje a un gran cazador de cochinos en aguardo.

Lejos quedan ya los tiempos en los que los ciervos y jabalíes corrían libres por nuestras sierras y se consideraban res nullius, cosa de nadie, expresión utilizada para designar aquello que no ha pertenecido a persona alguna y que basta con su aprehensión para hacerlo nuestro. La gestión cinegética, en general, era prácticamente inexistente, y como mucho se proporcionaba a las reses alimento para mantenerlas dentro de la finca y se contaba con una guardería para evitar el furtivismo.