Caza mayorTras el Isard en el Pirineo francés
Ha pasado poco más de dos años desde su fallecimiento y el recuerdo de la persona, del amigo, del compañero, del maestro, del cazador, permanece intacto. Alberto sigue aquí, siempre cerca, como esa brújula que jamás pierde el norte y ayuda a mantener el rumbo en lo personal, lo laboral y lo cinegético. No obstante, a pesar de que su pasión por la actividad venatoria fue total, hay especies, como el rebeco, y escenarios, como el Pirineo, que agrandan aún más su memoria y convierten su legado en insustituible. Por eso, cuando un par de días después de cumplirse dos años de su muerte me dirigía a esas hermosas montañas en busca de los isards de la vertiente francesa, sus valiosos consejos, sus ilustrativas experiencias en este tipo de rececho, comenzaron a acudir a mí y no me abandonaron hasta que, algo cansado pero sonriente, iniciaba el camino de regreso.