Cuando las fechas se encaminan a una nueva desveda de la temporada general, a muchos cazadores de escopeta y perro les viene a la mente el tema de las virtudes que ha de tener un buen perro para ser un destacado perdicero. Así que para abrir la campaña, aquí van los diez valores que busco cuando la caza se vuelve arte y nuestro perro ha de valerse de sus recursos innatos y adquiridos para dar con la perdiz, llevarla o lograr retenerla, y propiciar que un buen número de lances sean abordados por nosotros a tiempo y en buenas condiciones.
Con más pena que alegría he cerrado la temporada de media veda en lo tocante a las codornices. Media docena de salidas y unos resultados que no recordaba ya, pues he tenido días en los que no he visto ni una, con lo que decidí en alguna ocasión, por aquello de no resabiar a mi veterana perra, acercarme a rodales donde pudiera mostrar algún conejo o perdiz, a fin de no regresar de vacío al no ver una sola ‘africana’ ni oler emanación alguna
En esta época del año es cuando los profesionales recibimos la mayor parte de los encargos de adiestramiento. El comienzo de la temporada, la necesidad de contar con un buen compañero de caza y la seguridad que da un perro obediente y eficaz llevan a contactar con un profesional, máxime después de ver que durante la caza veraniega de la codorniz el perro está disperso, no se concentra y no hace caso. En muchas de las ocasiones, las prisas son un hándicap que no nos deja ver la base del problema, que puede ser la edad del perro, la raza, la salud o la falta de conocimiento.
Para ser un auténtico rehalero hace falta una afición a prueba de bombas, aparte de tener posibilidad y condición para aflojar la cartera frecuentemente en alimentación, gastos veterinarios, instalaciones, etc. Además, es preciso contar con una esposa y familia que te profesen un amor y comprensión infinitos. Y cuando decimos rehalero, hablamos de un señor que mantiene una rehala con personalidad propia en el campo a lo largo de muchos años. El polo opuesto a aquel otro que, o alquila una rehala de medio pelo para conseguir más baratos los puestos de montería, o ni siquiera eso, porque junta un grupo de perros, algunos de ellos recogidos de cualquier sitio, un mes o dos antes de que comience la temporada para pasearlos por las manchas, también a cambio de un puesto y/o una propina.
La noche se caracteriza por dos cosas fundamentales: oscuridad y silencio. Gracias a ellas podemos descansar plácidamente, o no, pues puede que en algunos casos todo dependa de si nuestro cachorro trae genes de barítono de la ópera de Viena. Entonces, amigos míos, el reposo y el descanso van a dejar de ser tales. ¿Qué hacemos? ¿Cómo actuamos?
Las preguntas serían: ¿cuándo y por qué? ¿Cuándo comenzó la tendencia a trabajar de traílla con perros latiendo y por qué? ¿Sirven estos perros para atraillar?